‘Flee’: documentar los sentimientos en imágenes ‘Flee’: documentar los sentimientos en imágenes

‘Flee’: documentar los sentimientos en imágenes

‘Flee’ tiene la curiosa distinción de ser un documental animado.

Lalo Ortega   |  
25 mayo, 2022 12:50 PM
- Actualizado 2 junio, 2022 11:32 AM

En el cine, existe una división casi universal de los géneros que separa a la ficción del documental. De este último, se asume que su trabajo es documentar la realidad, lo que ha llevado a que muchos documentalistas opten por eliminar todo tipo de artificio de sus producciones, al grado de intentar ocultar la intervención de la cámara , en aras de alcanzar el mayor “realismo” posible.

Todos estos supuestos rompen con lo que es Flee: Huyendo de casa, largometraje danés de animación que, no obstante, se clasifica como un documental (en la pasada entrega de los Oscar, estuvo nominada como Mejor largometraje documental, Mejor película internacional y Mejor largometraje de animación). “Esta es una historia real”, nos anuncia tan pronto como comienza.

La película –que llega hoy a salas de cine mexicanas– no se parece a lo que comúnmente se espera de un documental. Más allá de que es animada, tiene un elenco de actores para ciertos segmentos de la historia –incluso si varios de ellos reciben crédito como anónimos–.

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¿Puede un documental ser animado? (Crédito: Diamond Films)

Claro que esto no es algo del todo nuevo: en 2008 se estrenó Vals con Bashir (Waltz with Bashir), una película que mezcla elementos de drama bélico y documental con animación, en la que el director Ari Folman recuenta la búsqueda por sus recuerdos perdidos de la Guerra del Líbano de 1982.

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Pero es precisamente esta voluntad de jugar con los géneros y técnicas, lo que nos invita a reflexionar sobre los horizontes del cine documental. ¿Debe limitarse a registrar la realidad? ¿Qué es “la realidad”, exactamente? ¿Dónde está la línea entre realidad y ficción? ¿O, quizá, ambas son parte de lo mismo y están en constante fluctuación?

La catarsis de “Amín” en Flee

La historia de Flee comienza con el director, Jonas Poher Rasmussen, entrevistando a un amigo suyo para su documental. Su identidad es ocultada por el seudónimo de “Amín”. Descubrimos que esta es la primera vez que hablará abiertamente de su pasado, en un intento de reconciliarse con este.

La narración recurre a constantes flashbacks, a través de los que descubrimos que Amín vivía con su madre, hermano y dos hermanas en Kabul, Afganistán, hasta que la Guerra afgano-soviética los alcanzó y se vieron obligados a dejar el país. Aquí, si bien las experiencias del protagonista son narradas en animación, la película también echa mano de imágenes de archivo, anclando los hechos contados por Amín en una realidad tangible.

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El director Jonas Poher Rasmussen también aparece a cuadro en forma animada (Crédito: Diamond Films)

Alternando con el presente, aprendemos que vive desde hace varios años en Dinamarca, tiene un novio con el que planea casarse y sentar cabeza, y considera hacer un postdoctorado en los Estados Unidos. Planes un tanto contradictorios, pues.

Es así como la estructura de Flee nos conduce a descubrir cómo los acontecimientos y traumas del pasado, informan las expectativas, decisiones y estado mental de Amín en el presente.

En otras palabras, es un documental que, más allá de contarnos otra historia sobre la crisis migratoria forzada por la guerra en el Lejano Oriente, opta por contarnos algo más personal y profundo: la forma en que Amín experimentó el abandono de su hogar, la lejanía de sus seres queridos y la incertidumbre sobre su futuro.

Animar para sentir

La producción de Flee se da a la tarea de registrar algo absolutamente abstracto, intangible y absolutamente subjetivo: los sentimientos de su protagonista.

Más allá de si lo consigue o no (quien escribe considera que sí, y de preciosa manera), esto abre la puerta a cuestionarnos cuáles son los alcances de la “realidad” en el documental, pues esa subjetividad la vuelve una pariente mucho más cercana de la ficción. Después de todo, ambos géneros toman prestada esa realidad, y simplemente la moldean y sesgan de diferentes formas.

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Amín sospecha de su homosexualidad desde la infancia (Crédito: Diamond Films)

La animación aquí sirve un propósito doble: primero, y lo más obvio, es ocultar la identidad de su protagonista, un inmigrante homosexual (algo que recuerda a lo hecho con la tecnología deepfake en documental Welcome to Chechnya, sobre la persecución de homosexuales en Chechenia).

Lo otro es expresar lo que no puede verse, tratar de evocar los sentimientos personales desde la subjetividad, más allá de la impavidez de las imágenes documentales incontestables de la brutalidad de la guerra. Claro que hay imágenes de violencia bélica, pero si Susan Sontag cuestionaba en Ante el dolor de los demás la futilidad e insensibilidad de simplemente mostrarlas, Flee opta por la empatía hacia una víctima entre tantas de la guerra.

Lo cual no quiere decir que el sesgo de la subjetividad reste a la universalidad de la experiencia. A lo largo del camino, Amín se descubre a sí mismo (su alegría al escuchar Take on Me de A-ha es palpable y contagiosa), se enamora, se aterra ante el peligro y llora la ausencia de su familia.

Son sentimientos humanos, pues, representados de formas que evocan pesadillas y sueños al más puro estilo expresionista. No hay cabida para el realismo absoluto aquí, sino que se ficciona la realidad.

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Los episodios de miedo y violencia son representados de manera más abstracta, evocando emociones (Crédito: Diamond Films)

Vemos la experiencia de Amín, si bien eso no quiere decir que él haya presenciado la verdad absoluta. Eso, sin embargo, tampoco invalida su perspectiva ni la hace menos digna de ser contada.

Así, Flee nos invita a expandir los horizontes de lo que consideramos “la realidad” como un absoluto, porque no existe. Las experiencias personales, procesadas a través de las historias que contamos a otros y a nosotros mismos, suponen una fracción valiosa de esa verdad.

Y quizá podamos pensar a supuestas ficciones con fuertes dosis de surrealismo, como las charlas entre Dios y Marjane en Persépolis, y sopesar lo que su subjetividad nos dice de nuestra realidad.

Flee: Huyendo de casa ya está en salas de cine mexicanas. Para saber más sobre la película, ver el tráiler y comprar boletos, entra aquí.