Crítica de ‘Carmen’: mucha danza, poca sustancia Crítica de ‘Carmen’: mucha danza, poca sustancia

Crítica de ‘Carmen’: mucha danza, poca sustancia

Paul Mescal y la mexicana Melissa Barrera destacan en ‘Carmen’, una odisea dancística ambiciosa pero que acaba en lo superficial. Checa la crítica.

Lalo Ortega   |  
6 julio, 2023 3:35 PM
- Actualizado 10 julio, 2023 8:00 PM

Dado el deplorable estado tanto del cine comercial como de las plataformas de streaming, alérgicas al riesgo creativo en favor de las ganancias, en verdad es algo loable cuando llega a salas de cine algo fuera de toda norma. En ese sentido, habría que aplaudir a Carmen casi por el puro hecho de existir y estrenarse en la gran pantalla este 6 de julio.

Concebida como una “versión de una realidad alternativa” de la tragedia homónima de Georges Bizet, la película es una curiosa sinergia de elementos. Es, por un lado, el debut como director de cine para el coreógrafo francés Benjamin Millepied (más conocido por su trabajo en El cisne negro), quien escribió el guión a seis manos con Alexander Dinelaris Jr. (coguionista de Birdman) y Loïc Barrère (la serie francesa Germinal).

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El hecho de que la protagonizan Paul Mescal y la mexicana Melissa Barrera, recién salidos de una nominación al Oscar por Aftersun y un protagónico en Scream 6, respectivamente, sin duda contribuyen a la apuesta por el estreno en cines de una producción difícil de reducir a pocas palabras. ¿”Odisea dancística sobre la violencia y la inmigración”, quizás?

¿De qué se trata Carmen?

La sola sinopsis de Carmen no nos dice mucho sobre el tipo de película que pretende ser. “Una mujer joven e independiente (Barrera) se ve obligada a huir de su casa y a cruzar ilegalmente la frontera con Estados Unidos, donde conoce a Aidan (Mescal), un infante de marina. Cuando los dos se ven envueltos en un enfrentamiento, Carmen y Aidan son obligados a escapar juntos”.

Y sí, a lo largo de la película somos testigos de eso en clave de melodrama: la violencia del narcotráfico obliga a una joven bailarina a migrar a Los Ángeles en busca de una amiga de su madre (la icónica “chica Almodóvar” Rossy De Palma). En el camino se encuentra con el desorientado militar, quien se une a una patrulla civil en la frontera mientras lidia con sus traumas por la guerra y el desempleo típico de los veteranos.

Carmen, con Melissa Barrera y Paul Mescal
Paul Mescal es Aidan, el infante de marina (Crédito: Cine Caníbal)

La diferencia, claro, está en el elemento de danza contemporánea que forma la columna vertebral de este experimento de Millepied.

Bailar para expresar… no mucho

La Carmen de Millepied se desarrolla como una odisea transfronteriza y una historia de amor melodramática, sin mucho desarrollo para la trama en sí o para sus personajes más allá de los esbozos.

Pero el director no pretende que la expresión emotiva quede sólo en los gestos y la voz, sino también en la danza. En su visión, el movimiento del cuerpo ha de expresar ideas sobre la soledad, el desplazamiento y el ímpetu de supervivencia.

Lo cual es muy difícil de hacer cuando, primero, los elementos técnicos de Carmen parecen estar fuera de sintonía, lo cual es inesperado considerando el calibre de cada uno de ellos por sí solo. Además de la proeza coreográfica de Millepied, tenemos la fotografía de Jörg Widmer (Una vida oculta, de Terrence Malick). Las imágenes son bellas, pero entorpecen el lucimiento de los actores en plena danza. La edición de Dany Cooper (Cargo) también acaba restando a estos momentos.

Carmen, con Melissa Barrera y Paul Mescal
Además de aprender danza para Carmen, Melissa Barrera saca a relucir sus habilidades para el canto (Crédito: Cine Caníbal)

Lo otro es que los protagonistas apenas manifiestan un atisbo de motivaciones personales. Carmen sale en busca de la amiga de su madre y él quiere… algo. Impulsar a ambos personajes sólo con eso durante casi dos horas de metraje es como esparcir un poco de mantequilla en demasiado pan.

El resultado es una película que, a pesar de su notable ambición formal, acaba sintiéndose pobre en sustancia. No hay proeza dancística capaz de hacernos conectar con personajes que, en el guión, tienen la trascendencia de un par de párrafos. A pesar de los loables esfuerzos de Mescal y Barrera, quizá sus personajes eran más apropiados para un cortometraje.

Carmen ya está en salas de cine. Para comprar boletos y saber más de la película, entra aquí.

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